sábado, 3 de noviembre de 2007

Cenando en el piso

Son las 8 pm. Me dispongo a cenar. Subo las escaleras con mi plato de sopa caliente. Aunque “la cosina” esta en la planta baja, la tele esta en la recamara que no uso, en la parte alta y para alla me dirijo con mi sopa a cenar. No hay muebles en la recamara aparte del televisor y la alfombra. Deposito mi plato en el suelo y me acomodo en el sleeping bag que tire en el suelo y unos cojines que sustraje de mi casa en Ensenada. No tengo muebles, solo una cama y esta tele que mi amigo me ha prestado. Y esta carencia lejos de entristecerme, me hace sonreir.

Asi es como debe ser. Asi es como se supone que deberia ser. Vivir en casa de mis padres a mis casi 30 años me estaba molestado mucho últimamente. Ahora no puedo darme el lujo de gastarme todo mi salario en cosas que realmente no necesito y que solo sirven para ser bonito u oler bien … Ahora gano mas, pero mi gastos fijos (renta, comida, gasolina, agua, luz) sustraen alrededor de 60% de mi salario. La hoja de calculo de Excel donde llevo la guia diaria de mis gastos, me dice que tengo mucho menos dinero disponible ahora para despilfarrar que antes, a mi casa le faltan muchos muebles, mis platos y vasos son de plástico comprados en el waldos… y sin embargo me siento superbien. Estoy viviendo sola, por mi cuenta, con mis restricciones, me doy la vida que puedo darme. No estoy en posibilidades de ayudar económicamente a nadie, pero tampoco necesito de nadie para seguir adelante (ja! bueno, gracias a mi amigo por cambiarme el tanque de gas y por seguir siendo mi guía de turistas en esta ciudad). Las cosas no son perfectas, pero no tengo aun razones para quejarme.

Siempre me he considerado alguien responsable, pero ahora veo una nueva interpretación de esa palabra. Los platos no se lavan solos, ni el piso, y la basura no saldrá al encuentro del camión recolector. No hay comida que recalentar al llegar a casa, pero ya no tengo que comer nada que no se me antoje y si quiero sobrevivir comiendo solo catsup esta bien… jajajaja no es cierto, pero la libertad de elegir es mi prioridad en estos días. Y tal vez estoy pagando un precio alto por ello, pero es lo que mi espíritu me pedía hacer.

Me hacían falta retos, metas, y ahora, entrar y salir ilesa de la vía rápida es un reto diario y la meta a superar y perfeccionar cada día.

Al igual que mi trabajo, mis días aquí son impredecibles. Uno nunca sabe como va a terminar el día y eso te mantiene a la expectativa. Siempre alerta. Las recompensas para el espíritu son mas grandes que las carencias en mi nueva cueva.

Cenar en el piso, es parte de esta nueva aventura.

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