Cada vez que mi vida pierde su rumbo, me descarrilo o estoy haciendo las cosas pesimamente mal sin darme cuenta, la vida me mete el pie para que caiga.. hasta el suelo, y una vez ahi, la meditacion es obligatoria.
Hay una historia sobre una carreta y sus ruedas. Era la carreta mas veloz. Llegaba antes que las otras a su destino. Su ruedas eran las orgullosas encargadas de tal prodigio. Pero un dia, una de las ruedas se rompio y fue reemplazada y abandonada a la orilla del camino. Su simetria le impedia avanzar con rapides, asi que recorria las distancias muy lentamente. Penso que era el principio de una larga y triste agonia. Sin embargo, el avanzar tan lento, le permitio observar el paisaje con mas detalle. Detenerse a observar las cosas hermosas que rodeaban el camino y que antes, por las prisas, no habia apreciado. Y tambien hizo muchos amigos en su lento caminar. La rueda crei haber sido feliz antes, pero ahora sabia que habia vivido equivocada. La verdadera felicidad no era ser mejor que los demas, si no saber apreciar las cosas bellas que estan en todos lados.
Y es asi, que mi salud se ha roto y ha obligado a esta rueda a avanzar despacio, muy desapcio, mientras la recupero. Pero ese lento avanzar, me ha dado tiempo extra para dedicar a aquello que me gusta y para lo que ya no tenia timepo. Es ahora que valoro las cosas simples que siempre he tenido y no aprecio... como la salud.
Es cierto, los limites estan en nuestra cabeza. Y teniendo salud, podremos tener todo lo demas que se nos ocurra.
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